Lo admito.Mi gran vicio son los zapatos. Muchos lo tacharían como obsesión. Mi armario puede albergar unos 50 pares por temporada.Pero para mí, son una cura al estrés diario. Cuando estoy contenta, me compro zapatos. Cuando estoy triste, me compro zapatos. Si salgo de compras, ropa no me compro porque me sienta mal, comida tampoco porque me sienta peor...los zapatos me valen. Parecido a lo que le pasa a la protagonista de la película En mis zapatos, la cual tiene un zapatero envidiable. Y a lo largo del tiempo he conocido a mucha gente que opina igual. Entonces, ¿qué tienen los zapatos para que sean tan amados? En mi opinión, no hay más que echar un vistazo a alguno de los diseños de alguno de los zapateros más famosos del mundo.
Christian Louboutin, Jimmy Choo y Manolo Blanhik (respectivamente) son sólo algunos. El calzado da sentido al resto del modelo. Yo siempre digo, nunca empieces la casa por el tejado. Por lo mismo, nunca sabrás que ponerte hasta que no hayas elegido bien los zapatos.
Mi sueño es tener unos Manolos. Siempre dije que mi primer sueldo sería para comprarme unos, y evidentemente no ha sido así. Pero mi novio, en nuestro primer aniversario, se enteró de que Blanhik, junto con la firma de joyería TOUS, diseñaron una serie de colgantes atemporales. Su inspiración fue el modelo Campary, un zapato de tacón estilo Mary Jane, creado por el zapatero en 1994. Inicialmente fue creada en tres versiones: oro de 18kt con diamantes, plata de primera ley y vermeil. Los precios oscilan de los 75 euros a los 275 euros. Como no podia ser de otra manera el zapato viene en una réplica de una caja de zapatos y tal y como son los modelos del diseñador, en la suela del zapato viene grabada la marca. Ahora todas podemos tener unos Manolos, aunque en vez de en los pies lo llevemos colgado del cuello.